La consanguinidad y la tabla de Felch
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La consanguinidad y la tabla de Felch
El empleo de los llamados cruces consanguíneos o endogámicos es una herramienta básica de la canaricultura moderna gracias a la que se ha conseguido la sorprendente variedad de colores, formas y cantos que podemos disfrutar en nuestras aves. Es, sin embargo, una herramienta de doble filo pues ayuda a fijar tanto las características perseguidas como otras indeseables que pueden arruinar nuestro trabajo. Es precisa, pues, una estricta selección de los ejemplares con los que se trabaja y un especial cuidado en la determinación de hasta dónde pueden llegar los cruces consanguíneos y cuándo es necesaria la incorporación de sangre de refresco.
En principio hay que advertir que el empleo de la endogamia no permite aumentar por sí sola la calidad de nuestros cantores. Para que sea exitosa se debe partir ya de buenos ejemplares pues de lo que se trata es de fijar los genes que éstos ya poseen. Si nuestros ejemplares son mediocres o presentan características indeseables acentuadas (faltas graves en el canto, problemas de salud o en la reproducción) la consanguinidad contribuirá a fijar estos caracteres negativos.
En segundo lugar aunque la tabla de Felch es una buena referencia para saber por dónde nos movemos en nuestro programa de cría, hemos de ser flexibles en los emparejamientos y atender más a la calidad y características de los ejemplares que vamos consiguiendo que a respetar estrictamente el guión orientativo que este esquema plantea. Del mismo modo hay que considerar que llevar la tabla hasta sus últimos cruces supone un grado de consanguinidad generalmente excesivo para canarios de canto y es preferible trabajar con varias líneas paralelas y no exclusivamente con las dos que la tabla propone. Para esto se hace necesaria la colaboración entre criadores que desarrollen líneas procedentes de un mismo tronco común.
En principio hay que advertir que el empleo de la endogamia no permite aumentar por sí sola la calidad de nuestros cantores. Para que sea exitosa se debe partir ya de buenos ejemplares pues de lo que se trata es de fijar los genes que éstos ya poseen. Si nuestros ejemplares son mediocres o presentan características indeseables acentuadas (faltas graves en el canto, problemas de salud o en la reproducción) la consanguinidad contribuirá a fijar estos caracteres negativos.
En segundo lugar aunque la tabla de Felch es una buena referencia para saber por dónde nos movemos en nuestro programa de cría, hemos de ser flexibles en los emparejamientos y atender más a la calidad y características de los ejemplares que vamos consiguiendo que a respetar estrictamente el guión orientativo que este esquema plantea. Del mismo modo hay que considerar que llevar la tabla hasta sus últimos cruces supone un grado de consanguinidad generalmente excesivo para canarios de canto y es preferible trabajar con varias líneas paralelas y no exclusivamente con las dos que la tabla propone. Para esto se hace necesaria la colaboración entre criadores que desarrollen líneas procedentes de un mismo tronco común.
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